Hoy me voy a apartar de las artes visuales para hacer una breve incursión en el arte de la poesía. Eso sí, aprovecharé para intercalar algunas de las pinturas que realicé en mis estancias en Lyon con motivo de una exposición en esta bella ciudad francesa.
Desde siempre me ha gustado leer y también escribir pequeños textos, diría mejor artículos o comentarios, pero soy un profano en materia de poesía, tengo que reconocer mis grandes deficiencias es esta vertiente artística, a la que únicamente he fijado mi atención en breves incursiones dentro de la prosa o de la novela convencional. Casi siempre, cuando he encontrado estas pequeñas muestras de versos incluidas en textos más largos, las he leído intentando entenderlas de una manera literal, sin conseguir en muchos casos una comprensión muy clara de su significado.
Hace unos días recibí un pequeño libro de poesías de una buena amiga, Samantha Barensdon, que me hizo profundizar algo más en este desconocido arte de las palabras. Leyendo estas poesías me percaté que una poesía se tiene que leer, al igual que se debe ver una buena pintura, más con el sentimiento y con la emoción que no con el entendimiento y la razón. Las palabras son como los colores y las formas, se deben colocar con un cierto orden y distribuirlas de manera que fluyan armónicamente para llegar a nuestra alma. Saber reconocer el significado literal, en el caso de la pintura sería el objeto o motivo, carece de importancia si su contenido más profundo puede remover nuestras emociones y al mismo tiempo crear un elemento nuevo y más expresivo, que se aparte de lo intrascendente y convencional para explicarnos lo que no se ve y lo que se siente.
Esto es, releyendo las palabras de Samantha, lo que he observado en su obra "Los delitos del cuerpo" (Les délits du corps), pequeño libro de poesías escrito simultáneamente en español y en francés, lenguas ambas que domina a la perfección, tanto por su nacimiento y raíces como por su lugar de residencia.
Samantha Barensdon nació en Vilanova i la Geltrú (Barcelona), hija de madre argentina y padre italiano, vive actualmente en Lyon donde trabaja en Relaciones Internacionales en la Escuela Normal Superior. Después de haber hecho estudios de literatura hispanoamericana en la facultad de Lyon 2, donde analiza los cuentos de Cortázar y la ausencia de puntuación en El otoño del patriarca de Gabriel García Marquez, se dedica a trabajos de traducción. Actualmente consagra las horas de la noche a la escritura poética. De los muchos proyectos en curso, varios tienden a cruzar el camino de otros artistas como el poeta Jean de Breyne, el ilustrador Kid Leone, el pintor Max Partezana y el director de escena Manuel Pons.
Aun siendo estos textos de Samantha bellos requiebros de palabras, en algunos casos lejanos para nuestra razón, su significado tanto literal como expresivo es agradablemente legible y de fácil comprensión. El amor, el amor imposible, el desencuentro y la soledad ante la vida, a veces el sinsentido y la búsqueda de algo que no llega ni llegará, se mezclan en la poesía de Samantha con un sentimiento y una emoción de una vida intensamente vivida.
Como siempre una muestra puede ser mucho más convincente que mis palabras. Os recomiendo su lectura.
Me enamoré de ti hace treinta años
de aquellos poemas que escribías,
cuando yo apenas nacía
Me enamoré de aquella foto tuya
con la pinta del momento
de aquel cabello largo
y de tu barba
Y de repente
con este abismo
entre nosotros
con tu vida
dos veces
como la mía
¿Qué hacemos?
Paso las noches despierta
a buscarte entre las líneas
paso los días despierta
a esperar aquellas cartas
donde aprendo
a conocerte
donde entiendo
cuanto te quiero
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